viernes, 16 de julio de 2010

HISTORIAS DE VIDA

Tener una mascota en casa no solo brinda compañía, sino que puede ayudar a superar la depresión y el sedentarismo que suelen presentarse en la tercera edad.
Jeannette Asfura ni siquiera espera a que le pregunten para hablar de Lulú, su pequeña mascota de cuatro años. "Mis hijos me dicen que antes, cuando me llamaban por teléfono, lo único que hacía era quejarme por mis dolores, pero ahora sólo les converso de la perrita", cuenta esta mujer de 76 años, que nunca antes había tenido un animal en casa.
Su caso no es aislado. Cada vez son más los adultos mayores que pasan sus días en compañía de una mascota. En opinión del geriatra Juan Carlos Molina, este es un recurso terapéutico que ha sido muy eficaz en todo el mundo para mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad.

Sanos compañeros
Los beneficios de tener animales a esta edad son múltiples. El solo hecho de cumplir con ciertas rutinas -como preocuparse de las vacunas o alimentarlos- es algo que mantiene en actividad a las personas.

De hecho, sacarlos a pasear reduce el sedentarismo, que, se estima, afecta al 98% de los adultos mayores. Además, téngase en cuenta que puede ser un magnífico ejercicio. En este sentido, llevarlos por la calle tres veces al día puede significar un consumo de hasta 140 calorías, según la Agencia de Salud Pública de Barcelona.

También son de gran ayuda en caso la persona sufra de hipoacusia o deterioro auditivo. En dichas situaciones, una mascota adiestrada puede avisarle a su amo cuando suene el teléfono o si alguien golpea la puerta.

Pero los principales beneficios pasan por lo anímico. "Hay muchos adultos mayores que se sienten solos o que piensan que no le importan a nadie. A ellos les recomiendo tener una mascota, pues el tener la ocupación de cuidarla es un resguardo ante la depresión", explica el doctor Molina.

"Para mí, Campanita es el otro integrante de la casa. Tiene hasta sus propias mañas", dice sobre su loro Clara Cabrera (74). Ella disfruta la rutina de darle comida por las mañanas y de echarle agua para que se lave. Lo único que no hace es conversarle. "Es que me imita", explica.

Igual de positiva ha sido la experiencia de Concepción Donoso (83), con su pareja de inseparables periquitos: "Son como pequeñas personitas, no soy una fanática de los animales, pero me gusta sentarme a mirar las cosas que hacen y cómo cantan. Me alegran mucho estos pajaritos".

Elegir bien Muchos hijos regalan a sus padres mascotas para que les sirvan de compañía durante la adultez mayor. Pero la selección del animal no debe ser dejada al azar. Lo primero es evaluar si la persona necesita o no este acompañamiento. Hay personas que tienen mucha vida social y un animal puede perjudicar eso. Por ejemplo, si la invitan a un viaje, quizá deba rechazarlo por no tener con quién dejarla.

Lo siguiente es evaluar las competencias físicas y mentales de la persona. Animales grandes o que necesiten demasiada atención terminan convirtiéndose en una carga en vez de un alivio. Por otro lado, es fundamental preocuparse de que el adulto mayor no sea alérgico a la mascota que se tiene en mente.

Un punto relevante es que el animal pueda adecuarse al espacio físico del amo. Mucha gente que está sola opta por vivir en departamentos. Y si tiene un perro grande no lo va a poder llevar consigo. Hay que considerar que el impacto emocional de la separación puede ser muy fuerte para el adulto mayor.

Sin embargo, pese a los riesgos, la mayoría de las experiencias son satisfactorias. Es que, como dice Jeannette Asfura, "tener un animalito regalón le termina cambiando la vida a uno".

Efectos positivos
Un artículo aparecido en el British Journal of Health Psycology plantea que quienes tienen mascotas tienden a ser más sanos que el promedio de la población. La mascota más saludable resultó ser el perro. "Es posible que ellos promuevan el bienestar apartándonos del estrés, que es uno de los mayores factores de riesgo de enfermedades", señaló Deborah Wells, psicóloga de la Queen's University y autora del estudio.

Tener un animal también ayudaría a reducir la presión arterial y el colesterol de us dueños. Además, se cree que los perros serían un factor positivo en la convalecencia de ataques cardíacos

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